Desde sus inicios, el proyecto se ha cimentado sobre un principio claro: control total de calidad, desde el viñedo hasta la botella, trabajando exclusivamente con uvas de producción propia en las variedades Tempranillo (Cencibel) y Airén, cultivadas en secano y con rendimientos bajos que garantizan una máxima expresión del terruño.
Casa de la Nava representa la unión de la tradición vitícola centenaria de Valdepeñas con una elaboración moderna y respetuosa. Aquí cada decisión se toma pensando en el viñedo, en la uva, y en el tiempo necesario para obtener un vino auténtico, equilibrado y con alma.
Su compromiso pasa por una mínima intervención, vendimia manual, selección en mesa, fermentaciones controladas y crianzas pensadas para respetar la fruta y su origen.
Situados a 700 metros de altitud, los viñedos de Casa de la Nava se reparten en cuatro parcelas diferenciadas, cada una con su propio tipo de suelo y personalidad:
Tajoneras: suelo arcilloso con cantos.
Ladera del Cerro del Ángel: suelo calizo.
Casa de la Nava: suelo calizo-arenoso.
Media Legua: suelo arcilloso-arenoso.
Con una pluviometría media-baja (300 l/m²) y una elevada insolación anual (3.000 horas de sol), el clima de Valdepeñas genera condiciones extremas —veranos secos y calurosos e inviernos suaves— ideales para la obtención de uvas con gran concentración de color, taninos y aromas, especialmente en condiciones de secano estricto.
